jueves, 15 de noviembre de 2007

pasado y presente del nacionalismo en iparralde por Igor Ahedo Gurrutxaga (1ºatala)

Presentación : Fernando Iraeta Quintela ,Director de la Fundación Manu Robles-Arangiz Institutua

En la década de los setenta, intelectuales como Beltza o Xarriton
se cuestionaban si Iparralde podría ser calificado como un territorio
con historia. Ciertamente, tras la apacible imagen con la que
muchos habitantes de Hegoalde identificamos la realidad política
de Lapurdi, Baja-Navarra y Zuberoa, se esconde una gran cantidad
de corrientes internas que desde hace décadas vienen erosionando
un subsuelo del que hoy en día manan poderosas dinámicas, en
cuyo epicentro se sitúa un elemento clave: el derecho a la existencia
política.
Así, iniciado un nuevo siglo, los abertzales han pasado de los
márgenes a convertirse en el centro de los conflictos que sacuden
hoy en día a esta sociedad. Podríamos decir, sin rubor, que los
nacionalistas han realizado una travesía cuya esencia está en el
deseo de convertir a su tierra en sujeto de su propia historia. En
definitiva, el nacionalismo, adecuándose a la realidad de su territorio,
ha sabido convertirse en la piedra angular de unas mutaciones
que, partiendo del respeto y el reconocimiento de la diferencia, acercan
cada vez más las comunidades de ambos lados de la frontera.
Igor Ahedo, que en este trabajo nos proporciona abundante
información y claves para entender el pasado y presente de
Iparralde, entiende que algo está cambiando y se atreve a avanzar
una hipótesis de futuro -futuro en el que desearíamos ser algo más
que meros espectadores desde Hegoalde- pronosticando a medio
plazo un fortalecimiento del abertzalismo, con un refortalecimiento
de la identidad vasca y el surgimiento de una identidad específica

Agian, agian
egün batez,
jeikiko dira
egiazko eskualdunak...

El domingo de Pascua de 1963 un grupo de jóvenes, organizados
en el movimiento político Enbata, se reunían en Itsasu dando carta
de naturaleza al nacionalismo moderno en Iparralde. Casi treinta
años después, en la capital bajonavarra de Garazi, 2.000 personas
procedentes de los 7 herrialdes de Euskal Herria celebraban el
Aberri Eguna a convocatoria de varias organizaciones minoritarias
del sur, y de la formación abertzale más importante del País Vasco
de Francia, Abertzaleen Batasuna. De la declaración de Itsasu, en la
que por primera vez se reclamaba para Iparralde la creación de un
departamento como primer paso para lograr la reunificación vasca
en el seno de la Europa de los pueblos, al manifiesto de Garazi, en
el que se apostaba por una vía soberanista no armada como fórmula
de resolución del contencioso actual, el nacionalismo del País
Vasco norte había recorrido un largo y pesado camino, plagado de
escisiones que cortocircuitaban cualquier posibilidad de consolidarse
en un sistema político local caracterizado por el férreo control del
centrismo y la derecha francesa.
Por ello, cualquier repaso histórico a la evolución del abertzalismo
en este territorio debería resolver varias incógnitas, a partir de
las cuáles podamos vislumbrar las tendencias futuras.
- En primer lugar, es necesario preguntarse por las razones que
han provocado la tardía implantación del nacionalismo vasco
organizado en Iparralde, a diferencia de lo sucedido en el sur,
donde este movimiento se vertebra políticamente desde finales
del siglo XIX.
- En segundo lugar, e íntimamente relacionado con lo anterior,
es imprescindible tratar de explicar por qué la expresión
abertzale presenta un marcado componente izquierdista en
Lapurdi, Baja-Navarra y Zuberoa, frente a la CAPV y -en
menor medida- la CFN, donde el centro-derecha mantiene
una clara hegemonía en el espacio nacionalista vasco.
- Por último, y en tercer lugar, tendremos que abordar las causas
que han impedido la consolidación de este nacionalismo
de izquierdas en los territorios vascos ubicados al norte del
Bidasoa, tratando de dilucidar si esta debilidad se deriva de
las características internas del sistema político vasco-francés,
de las consecuencias de la extensión sobre Iparralde de dinámicas
abertzales surgidas en Hegoalde, o de ambas cuestiones.
Finalmente, sobre la base del análisis de estos límites, y habida
cuenta de las recientes evoluciones -políticas de desarrollo, demanda
institucionalizadora de creación de un departamento Pays
Basque, y unidad abertzale- podremos, en un arriesgado ejercicio
de política ficción, plantear una serie de hipótesis de futuro que permiten
pronosticar un fortalecimiento del abertzalismo en el norte de
Euskal Herria a medio plazo. Un panorama totalmente abierto para
el nacionalismo que, como trataremos de presentar, se asienta en un
refortalecimiento de la identidad vasca y en el surgimiento de una
identidad específica, Pays Basque, que ponen fin a décadas de crisis
del sentimiento de pertenencia vasco.

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